Muchas personas se sienten víctimas del tiempo porque no saben organizarse o administrarse bien a sí mismas a sus tareas dentro de un tiempo determinado. Piensa en las frases más comunes que se escuchan a diario:
- “Se me acabó el tiempo.” Tarde o temprano, el tiempo se acaba para algo o para alguien. El reto es: “¿Cómo podemos utilizar de la mejor manera el tiempo que tenemos disponible?”. Tom Peters pregunta: “Si no tenemos tiempo para hacerlo bien ahora, ¿cuándo tendremos tiempo para arreglarlo después?”
- “No me alcanza el tiempo.” El tiempo por sí solo ni alcanza ni deja de alcanzar. El tiempo existe y nosotros somos responsables de decidir cómo utilizarlo productivamente.
- “No hay tiempo para eso.” ¿Hasta qué punto es cuestión de no haberlo y hasta qué punto es cuestión de no priorizar lo que hacemos con él?
- “No terminamos por culpa del tiempo.” No tenemos derecho a culpar a la falta de tiempo cuando no dedicamos el tiempo necesario para dada tarea o no utilizamos una metodología apropiada.
He notado cuatro patrones personales y/o culturales, bien intencionados por cierto, que pueden sabotear nuestra buena utilización de tiempo y convertirnos en su victimario:
1) TODO A LA VEZ: Muchas personas quieren hacer muchas cosas simultáneamente como tratar de conversar con alguien, firmar papeles, saludar a quién pasa, leer su correo en el Blackberry, contestar el teléfono y comer su almuerzo, todo al mismo tiempo. Creen que es una forma de ahorrar tiempo, pero terminan generando mucho estrés en sí mismas y en los demás, además de cometer errores innecesarios. Con muchas tareas una mayor eficiencia puede requerir que sigamos una secuencia ordenada, sin perder la flexibilidad o la sociabilidad. Algunos estudios sugieren que mucho de lo que hacemos en el nombre de “multitasking” conlleva una desconcentración que perjudica el resultado final.
2) EL TIEMPO DE LOS DEMÁS: Otro comportamiento común, especialmente para jefes, es presumir o faltar respeto con el tiempo de los demás. Exigir a una persona que incumpla un compromiso previamente adquirido para hacer algo que no sea de mayor prioridad o urgencia, puede generar innecesariamente una cadena de molestias, incumplimientos y desmotivaciones que impide la eficiencia y, últimamente, la eficacia de la empresa.
3) DECIR NO: Algunas personas tienen dificultad para decir “no”. El hecho de que alguien quiere hablar o pedirnos un favor no siempre justifica que tengamos que ser “amables” y hacerlo en ese preciso momento. La negación no tiene que ser descortés; podemos decir: “Prefiero no comprometerme ahora; tengo otro compromiso. ¿Podemos hablar después del almuerzo?”
4) PERFECCIONISMO: Finalmente, existe la plaga del perfeccionista. La persona que le exige a otra una absoluta perfección se va a enloquecerse a sí misma y a los demás. De hecho, se requiere un 50% más esfuerzo, tiempo, energía y dinero para pasar del 90% al 100% de capacidad. En muchos casos, esta inversión es excesiva para la poca ganancia que genere. Como reza el dicho popular: “Lo perfecto es enemigo de lo bueno”.
Puede ser la mejor hora para reflexionar sobre el mejor aprovechamiento del tiempo.