En una sesión reciente de coaching con un equipo de alta gerencia, uno de los participantes afirmó con toda seriedad: “Pero con todo el trabajo que tengo, no tengo tiempo para escuchar!” El expresó la frustración del dilema que sienten muchos de los y las líderes de hoy: cómo tener el tiempo para escuchar a la gente cuando ya ni siquiera hay tiempo suficiente para hacer el trabajo mínimo necesario. La calidad de tu escucha y del impacto de ella sobre la otra persona pueden mejorarse considerablemente con unas cuantas prácticas sencillas que no ocupan casi nada de tiempo:
BUSCAR LA LÓGICA: Aceptar que todo lo que dice la otra persona tiene lógica…para el o ella. Si buscas esta lógica desde un principio, entenderás más tanto a la persona como a su mensaje. PARAFRASEAR PARA CONFIRMAR EL SIGNIFICADO: Si existe una duda que una palabra que usa la otra persona pueda tener más de un significado, puedes repetir en tus propias palabras lo que entendiste para que el o ella pueda verificarlo o corregirlo. SEPARAR EL TRIGO DE LA CASCARILLA: Los líderes más exitosos toman apuntes en los one-on-one, anotando no sólo lo que dice la persona sino subrayando palabras e ideas claves o sintetizando lo dicho en el margen del papel, para resaltar posteriormente. Esta pequeña práctica te enseñará a escuchar mejor. EXPRESAR ACUERDO ANTES DEL DESACUERDO: Antes de decirle a una persona que no estás de acuerdo con algo que dice, dile una cosa qie dijo con la cual sí estás de acuerdo. O al menos hacerle una pregunta sincera al respecto. Este reduce sustancialmente la prevención y defensividad del otro. DARLE TIEMPO AL TIEMPO: Escuchar bien sí requiere algo de tiempo…pero mucho menos de lo que se necesita para desembarrar la embarrada después por no haber escuchado bien. PEDIR FEEDBACK: Finalmente, y más importante, pide a tu equipo o a un colega de confianza que te retroalimente periódicamente sobre cómo te están percibiendo cuando escuchas.
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